Me cuesta conocer gente. Siempre ha sido así. Siempre me cuesta confiar en las personas de verdad. Debe ser por el miedo a que, conociendo lo que odio, o me duele, me hagan daño. Por eso siempre he tenido dos caras. Dividido mi personalidad y mis sentimientos en dos partes. Una, la que todos conocen, ese tío alocado que siempre está alegre, y que le fascina todo. Y luego está la otra cara, esa que la gente que la conoce se puede contar con los dedos de una mano. Y esa nunca sale a flote. Buen plan, pensaréis. Pero tiene un fallo. Soy incapaz de usar la cara "a" si no tengo a nadie que conozca la cara "b". Es una ironía, pero con el tiempo me he dado cuenta de que es cierto. Y cuando no tengo a nadie que me transmita la seguridad para conocer la cara "b", como ahora, ésta me aturulla y no puedo mostrar mi verdadera cara "a".
Y aquí estoy yo, buscando un milagro, o a alguien con quien pueda usar las dos caras sin temores.
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A mi me pasa exactamente lo mismo, Ken... Y creo que la primera vez en muchisimo tiempo que alguien vio mi "cara b" fue el viernes pasado. Y es curioso como para dejar a alguien ver esa cara mia he tenido que sufrir tanto en silencio... Y lo bien que finjo estar feliz, eh?
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