martes, 7 de septiembre de 2010

Dedicated.

Sí, lo sé, tengo esto olvidado. Y en cierto modo, me alegro, y mucho. Es el mejor verano de mi vida, el último suspiro antes de embarcarme en 4 largos años de no poder descansar. Hay sol, está ella, que me quiere, amigos, y todo va genial. Y, la verdad, no me apetece encerrarme en este recordatorio de los malos tiempos, porque ahora, tal como están las cosas, mi actitud a la mala cara de la vida es una gran sonrisa. Gran sonrisa, porque parece que las cosas vuelven a ir bien. O quizás sea simplemente que le estoy volviendo a coger el gustillo a esto que llaman vivir. Por eso no tengo ni un momento para mí, porque, sinceramente, mi vida ahora mismo se basa en intentar hacer feliz a quien lo merece (y no sabes bien lo que lo mereces) y a los amigos, nuevos o viejos, pero a todos. Y, la verdad, no voy a poner cosas bonitas, como intentaba hacer otras veces, porque, sinceramente, esque no tengo palabras.
Pero no sé explicar ya, como me siento. Creo que nunca esperé albergar tanta felicidad ni tanto amor, hacia las personas, hacia la tierra, ni hacia nada. Que es irónico que ahora mismo me apetezca estar perdido en medio de la naturaleza con ella, perdidos donde nadie nos pueda molestar, donde los teléfonos no tengan cobertura, ni llege la podredumbre del ser humano. Estar allí, sabiendo que es el último bastión de la vida, de la esperanza.

Sí, últimamente estoy cambiando de modo alarmante, destruyendo mis viejos principios y rehaciendo otros nuevos. Y estoy feliz, aunque llueva.

Te Amo Sandra