viernes, 21 de mayo de 2010

Abrazos.

Dije que no volvería a tocar este blog. Que son muchas cosas que ya quería olvidar. Pero hoy me siento raro. Extrañamente. Pero no puedo explicarlo con palabras. No sé como expresarme, y quizás ese sea el sentimiento más extraño. Que hoy sólo me importa que la gente esté bien. Que sean felices, que la vida no les trate mal. Todos tenemos fallos, todos hemos cometido errores. Sinceramente, hecho de menos muchas cosas, que no creí que pudiera hechar de menos. Pero hoy no pienso pasar por el aro. No quiero más mentiras, son una falta de respeto hacia mí, por mi parte. Que quiero arreglar los problemas, quiero olvidar esos fallos y quizás dar una oportunidad para olvidar mis viejos rencores. Que posiblemente sea estúpido, que la gente no cambia.

Y es cierto, pero yo tampoco. Y siempre me he considerado una buena persona, por encima de todos mis fallos y errores. Hay cosas que sigo sin entender, hay sentimientos que hasta que no viva no puedo imaginar. Pero, cuando aprecio de verdad a una persona, me cuesta muchísimo decirle adiós. Puede que hoy sea un muy buen día, puede que simplemente hoy me haya dado cuenta de todo. Que sigo teniendo razón, pero no quiero ser el yugo que opresione a los demás. Después de todo, a veces siento que la vida es demasiado corta para entristecerse, para decir adiós para siempre. Piénsalo bien. ¿No se te hace un nudo en el pecho cuando dices adiós a alguien que quieres, sea el tipo de querer que sea? Puede ser tu pareja, tus amigos, tu familia... Y que quizás no haya un mañana para alguno de ellos, y los que queden aquí te recordarán por tus rabietas, tu orgullo idiota y tu rencor. Lo siento, esto no es para mí. No es la vida que quiero tener, ni quiero que la gente que alguna vez me ha conocido, o me ha apreciado, querido o demás me recuerde así. Quizás hoy es día de sentir más que de pensar. Pero uno de mis más grandes defectos es que el que rige en mí es mi corazón, y no mi mente.

Que, si las cosas se van a arreglar, sólo pido, únicamente, un abrazo. Que todo el que me aprecie me abraze. Y no necesita un por qué, simplemente necesito sentir que alguien, por esos 2 o 3 segundos, intenta hacer lo que pueda por mí. Y sinceramente, no hay mejor manera de hacerme sonreir de verdad que esa. Un buen abrazo, de esos que purgan el alma y todos tus miedos. De esos que hacen que todo parece que va bien, de esos que, aunque no entiendes ni sabes por qué te lo dan, te hacen sentir un poquito más de vida. Y quizás unas lágrimas. No unas lágrimas tristes, si no unas lágrimas "purgatorias". Espantando todo resquicio de maldas y de sombras. De esas que cuando salen, por fin te sientes libre, te sientes como que tu pecho se expande y roza los límites del cosmos. Que entra una bocanada de aire fresco en esos pulmones que llevaban tanto tiempo menguados por el olor de la tristeza, y que parece que se purgan. Y todo eso, un abrazo.

Me gustaría, que, cuando alguien lea esto, alguien que de verdad, después de todos mis fallos, me aprecie, me dé uno de esos abrazos. No hacen falta palabras, ni hacen falta excusas. Creo que es un acto puro, que no entiende de problemas ni de malentendidos. Espero que alguien lea esto, espero que alguien, alguna vez, haya necesitado tanto como yo esos abrazos sinceros.