Amor y odio. Siempre ha sido esa la combinación. Pero yo no estoy de acuerdo. Amor, Odio y Nostalgia. Yo creo que esa es la buena. Porque llega un momento en el que el odio ya no es el camino, y lo replaza la nostalgia. Nostalgia porque parece que las cosas antes eran más fáciles, y a la vez tenían más colores. Porque ahora, sólo y vacío mientras veo llover a través del cristal, me doy cuenta de tantas cosas que he hecho mal, y tan pocas que he hecho bien. De destruir el muro de sueños que ambos habíamos construido con tanto esmero y tan buenos momentos. Y en realidad, sólo yo sé por qué lo destruí. Por temor a ser yo otra vez el herido. Por temor a que todo acabara, y yo me quedara sin poder jugar mi última carta. Y ahora añoro cada segundo en mi memoria, cada segundo del tiempo de mi vida que he gastado junto a tí, y que ahora pasa factura. Pero pienso que el valor, el valor a enfrentarme a mis cicatrices aún sangrantes en mi soledad y en los pequeños momentos, nunca morirá. Porque es lo único que me queda, como tantas otras veces que he estado en el borde, y he conseguido dar un paso atrás. Puede que te heche de menos, y que heche de menos tu calor y los días inolvidables que tú has olvidado, pero yo no. Pero lo único que tengo claro es que es tiempo de tener las cosas claras, de hundir la nostalgia con valor y enfrentarme a lo desconocido sin nada, como una vez hice contigo.
Porque mi niñez, sin yo darme cuenta, se quedó al borde de unas escaleras un día 27.
miércoles, 13 de enero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario