viernes, 4 de noviembre de 2011

Running to the light of your eyes.



A veces me acojona lo rápido que pasa el tiempo. Pensar que ya son 16, que no es mucho, estamos de acuerdo, pero para nada es poco. Son muchos días, muchas horas, muchas anéctodas, experiencias, momentos, situaciones, besos, caricias, mimos, risas, lágrimas, abrazos, personas, lugares... Mucho , pero nunca demasiado tú.

Ahora, vamos a hacer balance, vamos a ser, por una vez, objetivos. Piensa todos los buenos momentos que hemos pasado juntos. Que en 16 meses se me vienen ya demasiados a la cabeza. Y ahora piensa los "momentos-psé". Los hay, claro que si, como es lógico y normal. Ahora piensa en los malos. Pero malos malos, de querer mandarlo todo a la mierda y decir adiós. Te habrás dado cuenta de por dónde voy, y sabes bién que tengo razón.

Puede que tengas un millón de virtudes, y un par de defectos (aún no me he decidido qué me gusta más de ti entre esas opciones, pero bueno), lo que si es seguro, es que tienes algo, algo que me hace ser feliz, más de lo que puedo imaginar, más que nunca, más que con nadie. Quizás para algunas personas seas la peor persona de este mundo, igual que es muy probable que yo lo sea para alguien. O que la gente no sepa apreciar tus virtudes, que, aunque no lo parezca, sólo alguien de veras cercano a una persona, puede darse cuenta de ellas, y no los típicos amigos de hola-adiós, mucho menos los conocidos. Con esto me refiero a que, es probable, hablando claramente, que yo haya descubierto cosas de ti, que ni tú misma sabías, que probablemente nadie más que yo conozca, puesto que, aunque sólo sea en un pequeño porcentaje, algo de ti conozco.

Donde quiero llegar, es al punto, en donde te des cuenta, de que no necesito que todos los días me digas que me quieres (aunque no te negaré que me encanta escucharlo, como es lógico), porque creo que conozco esa pequeña parte de tí, que nadie más conoce, y es tu parte cariñosa. Esa que aunque en días cálidos mire con ojos fríos, y días relativamente felices para el mundo, esté triste, tiene mucho más que decir que yo, y sin embargo, no lo dice. No me gustan las personas que spammean cariño, puesto que al final no tiene ningún mérito recibirlo. Y cada vez que tú vienes, me miras con esos ojos, y me abrazas, siento como si eso fuera la recompensa por todo el tiempo que he invertido intentando hacerte feliz... (Y quizás alguien piense que me conformo con poco... há!)

Y me siento orgulloso, por haber conseguido alargar el juego lo suficiente, como para que esto llegue a un empate, tú me conozcas (cosa fácil) y yo te conozca. Y que ya no haya secretos, que aunque no diga algo, sepas lo que pienso, y que con una sola mirada, sepamos exactamente lo que pensamos sobre algo. Para mí, la verdad, este juego no me cansa, ya sabes que yo, cuando me vicio a algo, soy cansino a más no poder, y creo que tú, eres el reto más difícil (sobretodo por tu carácter de leona de la estepa) que he encontrado en mi vida. Eres la que me enseñas cuando yo no sé pasarme el nivel, la que me empujas cuando no consigo saltar, y la que me haces feliz, siempre.


Ahora, ten narices, a decir, que por qué te quiero, que por qué eres mi Ángel, o que por qué te quise desde que te vi. Te amo San, mucho más que a todo.