Vivo de entre noches, ahogando mis recuerdos en cada cigarro, y volviendo a recordarte a cada chica que veo. Te recuerdo en mi cama, abrazados, y con la sensación de tener todo en esta vida. Recuerdo tantos momentos, tantos gestos, tantas miradas, y tantos sitios. Recuerdo tu primera lágrima por mí, y, por ironías de la vida, recuerdo la última que ví. Recuerdo el primer beso, y el último. Recuerdo nuestra primera vez, y la última. Recuerdo tantas cosas tan vivamente, que a veces sigo sin darme cuenta de que todo es pasado.
Hoy me he dado cuenta de muchas cosas, para variar. Y sobretodo recuerdo tu perfume, tu olor, el color con el que pintabas ese lienzo por dibujar que es cada minuto, cada sensación.
Claro que te echo de menos, y por supuesto que te necesito. Si no te necesitara, y fuera feliz, sabes que no estaría escribiendo aquí.
Creo que en el fondo, tu siempre me conociste mejor que yo a tí. Sabías desde el principio que nunca soy lo que aparento, y, aunque este último mes crea que soy fuerte, sin tí no lo soy. No soy alguien que pueda guardar rencor, ni enfadarme con las personas. No sé hacer daño a propósito, igual que no puedo traicionar a sangre fría. Desde hace 10 años, vengo buscándome. Intentando conocerme, llegar a mis límites, saber cómo voy a reaccionar ante las cosas, para poder saber de antemano cuándo tengo que callarme antes de explotar. En realidad, puede que no sepa nada más de la vida, pero siempre, siempre, he sabido lo que quiero, aunque no siempre haya tenido el valor de expresarlo por miedo. Y desde hace bastante tiempo, sé que te necesito a tí. Que no me puedo engañar, no necesito a nadie en mi vida que no seas tú. Me sorprendo soñando contigo, buscando tu mirada en sueños.
El problema es que sigo despierto. Siempre despierto cuando nadie me necesita, cuando nadie quiere nada de mí. Despierto, esperando la señal, esperando la oportunidad de que alguna vez, alguien en este mundo sienta lo mismo que yo, de que alguien sepa abrir su corazón sin miedo, y se deje llevar, como yo siempre lo he echo. El otro problema es que para ser feliz ese alguien deberías ser tú, lo que nos reduce las posibilidades de unos tres mil millones a una persona.
Por eso sigo esperando, esperando algo que sé que nunca va a llegar. Esperándote a tí.
jueves, 21 de junio de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario