lunes, 1 de marzo de 2010

The Funeral Of Hearts.

Miré al reloj mientras bajaba por la calle. Solo, como siempre. Pisadas sobre gotas. No recuerdo exactamente mi itinerario. Sólo que parecía que yo era el único ingenuo que se aventuraba a respirar aire puro. Apenas vislumbraba tu rostro, parecía que el viento removía mis recuerdos y me hacía verlo todo borroso. Eso, o el alcohol. En cierto momento llegué a ese sitio. Ese dichoso sitio que tanto miedo me dio durante mucho tiempo. Hasta que un día lo conquisté. Ruidos lejos. Quizás voces rotas de gente ya olvidada. Aún faltaba demasiado para el amanecer, y no encontré a nadie en todo mi camino. Qué raro se me hacía ver la ciudad así de tranquila. Parecía que el mundo era mío, que nadie iba a decir un no en el momento clave. Entonces tú apareciste. Apenas un reflejo, apoyada contra una columna a la parte izquierda de la calle. Sin decir nada me acerqué a tí, mirándote a los ojos. Decidido a borrar esa alucinación, di otro trago a mi botella. Y tú seguías allí, mirándome con una mezcla de añoranza y tristeza. Sólo silencio. Intenté preguntarte algo, pero parecía que mis labios no se despegaban. Recuerdo cómo me miraste a los ojos, mientras lentisimamente te acercabas a mí. Tu mano derecha apenas rozaba mi cara, mientras tú te entregabas al deseo y casi rozabas tus labios con los míos. Una lágrima brotaba de tu ojo izquierdo. Parecía tímida, y apenas hacía un surco que no llegaba a mojar tu pómulo. Recuerdo cómo me miraste a los labios, y cómo por fin éstos se rozaron. Un sonido rompió el silencio. Una botella rota. Un corazón que por un momento dejó de latir. Un alma que ya no sabía escapar de mi cuerpo. Hoy te he vuelto a imaginar, como siempre. Y cuando abrí los ojos, sólo encontré soledad.

Vidascontraunmuro, 2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario