Afuera llueve. Ya casi es de noche, y yo estoy tumbado en mi sofá viendo cómo el sol se oculta. Y es otro día que pasa. Otro día sin sobresaltos, sin nada que me llene. Sin nada que me haga sonreir, ni nada que me haga sentir una mierda. Y es que no hay cosa que peor me siente que ese "nada". Cuando parece que nadie tiene tiempo, nadie te habla, y tú, en tu soledad, esperas que ese teléfono suene. Que en esa ventanita aparezca una cara que, en realidad, no diga nada... ¿Alguna vez os he dicho que odio el invierno? En cierto modo me encantaría subirme a la montaña más alta, y, entre la nieve, intentar mirar a cada persona que esquía intentando saber qué estará pensando. Y estar allí, ajeno a todo, mientras el sol se refleje en mis gafas. Eso sí sería un buen día de invierno. Pero por mi zona eso no suele ser así. Más bien aquí los días de invierno son grises, fríos, lluviosos, y, aburridos. Ojalá tuviera cosas que decir como para llenar otras trescientas páginas. O humor para retocar esa sílaba que siempre se escapa del tempo. Pero no, todos los días son iguales. Quiero salir ya de esta rutina, de este asco por no hacer nada, ni poder hacerlo. Odio la lluvia.
Y hasta el sábado parece que esto va a ser como un coma :)
martes, 1 de diciembre de 2009
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